MULTICULTURALISMO Y GLOBALIZACIÓN
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en Ética y Valores I. México. Compañía Editorial Nueva Imagen
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- Magali Saikin: Tango y Género.Identidades y roles sexuales en
el Tango Argentino. ABRAZOS books: 2004. ISBN
978-3-9807383-8-5
- Manuel González: El Tango es machista? En: Punto Tango, Nr°
26, deciembre 2008. (texto completo
en línea: puntotango.com.ar)
- Sofía Cecconi: Tango Queer: territorio y performance de una
apropiación divergente. En: Revista Transcultural de Música - TRANS 13
(2009), ISSN 1697-0101 - (texto completo en
INTRODUCCIÓN
Considerando el
concepto de identidad cultural tanto individual como colectiva, el término
mismo de cultura es fácilmente identificable sin más problemas que el de la
perspectiva desde la cual se observa la cultura que se analiza, ya sea desde
dentro o desde fuera. Sin embargo, al ser la cultura un proceso y cambiantes
los sistemas culturales que crea, tendrán que considerarse, en la
reconfiguración de las identidades culturales, por un lado, la marcada
influencia de factores como la expansión de la presencia, la acción y la
mediación, de los medios de comunicación; y por otra, los fenómenos que aún
tienen lugar en el contexto de la globalización mundial: la colonización, la
explotación, el racismo y la discriminación.
Las minorías étnicas latinoamericanas y las de otras partes del mundo
aún reclaman su autodeterminación y el reconocimiento de sus raíces históricas.
La lucha contra las nuevas formas que adopta el colonialismo, incluyendo sus
componentes de explotación, violencia, racismo y discriminación, no será
posible sin la recuperación histórica de las señas de identidad de los pueblos
indígenas y si no hacemos esfuerzos
reales para comprender su cultura y sus tradiciones, que también son nuestra
cultura y nuestras tradiciones.
4.1
CULTURA, IDENTIDAD Y MULTICULTURALIDAD
Si te molesta por
su atuendo o acento, por sus términos raros para nombrar lo que tú llamas con
distintas palabras, emprende un viaje, no a otro país (ni siquiera hace falta):
a la ciudad más próxima. Verás cómo tú también eres extranjero.
José
Emilio Pacheco
¿Por
qué pensamos lo que pensamos?, ¿por qué nos gusta lo que nos gusta?, ¿por qué
aspiramos a lo que aspiramos?, ¿qué nos caracteriza como mexicanos?, ¿qué
compartimos como ciudadanos del mundo? Las respuestas tienen que ver con
términos como cultura, identidad y
multiculturalidad y hay que buscarlas en nuestra propia historia: es
necesario conocer los conceptos, la forma en que han sido construidos para
entender su significado.
¿Qué es la cultura?
Los
sociólogos la definen como “el complejo formado por
los bienes materiales, conocimientos técnicos, creencias, moral, costumbres y
normas de derecho, así como otras capacidades y hábitos adquiridos por el
hombre como miembro de la sociedad”.[1]
Para ellos, la sociedad no puede existir sin la cultura y la cultura sólo
existe dentro de la sociedad.
Los
antropólogos sostienen que las variaciones de las pautas culturales específicas
de los grupos humanos han desembocado en una distinción entre la cultura como
concepto general y una cultura o conjunto de pautas característico de un grupo.
Así, la cultura es la resultante del proceso de adaptación al medio y de la
lucha por la vida que lleva a cabo el hombre. Pero el medio varía en lo físico
y en lo social y también la forma en que el hombre se adapta a él. Ésta es la
manera en que se originan diversas formas de cultura, cada una con
características propias y diferentes de las demás. Imagínate a un adolescente
korubo nativo de las últimas tribus indígenas de Brasil, que fuera llevado a
Norteamérica y criado allí, sería muy diferente de lo que hubiera sido de haber
crecido en las selvas del Amazonas. Hubiera tenido una muy diferente herencia social.
Pero,
¿sabes tú qué es la herencia social? Pues son las cosas que los hombres
aprenden cuando son entrenados dentro de un grupo humano particular; son las
“tradiciones” o “tradiciones culturales”, como el día de muertos en México, o
los huevos de pascua en la Unión Americana. A los grupos humanos que comparten
ideas, sentimientos y prácticas los llamaremos sistemas culturales. Por ejemplo: los tzotziles en Chiapas, los
seris en Sonora, esquimales, navajos, musulmanes, etcétera.
Ahora
bien, definir un sistema cultural es una tarea difícil ya que como sistema es
un proceso, no es algo acabado; constantemente se está formando, disolviendo,
agrupando, reproduciendo, fusionando, creciendo, declinando y desapareciendo.
¿Te dice algo la declinación del Imperio Romano de Occidente, el surgimiento
del Imperio Romano de Oriente o Bizantino, la expansión islámica en el sur de
Europa, la Edad Media Europea, el Colonialismo Español en América?
¿Qué
factores deberíamos tener en cuenta para identificar y estudiar una cultura? El
territorio, el tiempo, la afiliación de los miembros, la interacción entre
ellos y sus conductas características o costumbres. Es aquí donde entra en
escena la Ética que, como ya se había planteado en la primera unidad, busca
descubrir, clarificar y comprender las relaciones que se establecen entre el
actuar humano, los valores y las normas morales que se gestan y desarrollan en
la vida social.
Abordaremos
ahora la cuestión de la identidad que se relaciona directamente con la
pertenencia a un grupo y el actuar humano. ¿Qué es la identidad? Algunos diccionarios de psicología la definen como la
característica de un organismo que persiste sin cambio esencial. Por ejemplo,
aunque ganes una beca y decidas estudiar en otro país, no dejas de ser
mexicano. Aunque algún día te cases, seguirás siendo el hijo de tus padres. Por
tanto, la identidad personal es la existencia continua de un individuo
determinado a pesar de los cambios en sus funciones y estructura. El
multiculturalismo y la identidad son términos que por su relación directa con
la cultura, resultan complejos de definir.
Pero,
¿cómo se forma la identidad? ¿Cómo te sabes mexicano? Por todo lo que hemos
aprendido como miembros en un medio o contexto social; por todo aquello que nos
identifica específicamente como miembros de una cultura, en nuestro caso como mexicanos.
Y si la cultura es la resultante del proceso de adaptación al medio y éste
varía en lo físico, en lo social y también en la forma en que nos adaptamos a
él, entonces podemos afirmar que vivimos entre formas de cultura muy
diferentes, cada una con características propias y diferenciales de las demás.
A esto le llamaremos multiculturalismo. Tomemos el ejemplo del estado de
Veracruz: conviven en su territorio nahuas, totonacos, huastecos, zapotecos,
popolocas y otomíes. Alejémonos y observemos ahora la Republica Mexicana, en
ella se hablan más de cincuenta lenguas indígenas. Esto es lo que constituye la
diversidad cultural.
La
multiculturalidad es más que la exigencia de muchas culturas y muchos idiomas
en un mismo territorio. Para los pueblos indígenas tiene como base la
diversidad, principio cosmogónico y milenario. Desde los orígenes, los pueblos
autóctonos han sabido de la existencia de otros pueblos, reflejada muchas veces
en la concepción filosófica y en las representaciones mitológicas y simbólicas,
tales como el maíz de diferentes colores: rojo, amarillo, blanco y negro, como
una manera de representar la diversidad humana.
Ahora,
reflexiona no sólo en nuestra diversidad cultural nacional sino en la del mundo
entero. En “Replantear el debate en torno a la cultura”, Lourdes Arizpe
sostiene: “…en todos los países del mundo, hoy en día, hay gente deseosa de
efectuar intercambios y cooperar. Ello está dando vida a una sociedad civil
global basada en una confederación de culturas. Del mismo modo, también hay
individuos y grupos que desean imponer su voluntad y su poder a otros de dentro
o fuera de sus culturas y religiones.” Se trata, entonces de que sin negar la
diversidad cultural, apostemos por la pluralidad cultural, por la
multiculturalidad en la que el respeto y la tolerancia sean la base de la
convivencia pacífica, y la Ética pueda señalar el camino hacia la integración
planetaria y la paz mundial.
4.1.1
Conceptos de cultura
La filosofía es una
actividad viva y plena de sentido, propia de unos sujetos socioculturales que a
través de formas de ser y de estar en el mundo, expresan su comprensión de la
realidad en un momento histórico y social determinado. Constituye un saber
conceptual representativo del grado de conocimiento y autoconocimiento alcanzado
por el género humano. Parte siempre de un sujeto social concreto por lo que se
encuentra profundamente integrada a una determinada cultura y en continua
evolución.
¿Sólo
se ha manejado el concepto de cultura?
A
estas alturas y por el uso casi indistinto que los autores hicieron de este
concepto, seguramente debes estar preguntándote: ¿Cuál es la diferencia entre
cultura y sociedad? Ambos términos, como ya lo habíamos asentado, son
interdependientes y no se puede hablar de uno sin referirse al otro. Sociedad equivaldría a pueblo y cultura a la forma de comportamiento de
dicho pueblo.
Muchos
autores se han ocupado en tratar de definir la cultura, aunque lo más
importante será que podamos observar cómo ha ido cambiando la forma de
concebirla, desde una visión estática hasta una enunciación más dinámica a
partir de su relación con la antropología contemporánea.
Desde
la antigüedad, Aristóteles ya había considerado que además de categorías
teóricas que ordenaran el conocimiento de la realidad, era necesario tener en
cuenta elementos preteóricos, tales
como los valores asumidos al formular esas categorías. La asunción de esos
valores implicaba la afirmación de que lo mejor y más apropiado en todos los
órdenes era lo natural, teniendo por tal la existencia de jerarquías, siendo
éste el principio que legitimó por largo tiempo las desigualdades en la familia
y en la sociedad.
En
la modernidad encontramos desarrollos teóricos vinculados al tema cultural en
el pensamiento ilustrado; pero en este caso, de lo que se trata es de
reconstruir la cultura con base en la razón, elevando como ideal el progreso
del hombre hacia su felicidad y perfección, lo cual se lograría erradicando
toda pauta cultural basada en la obediencia ciega y en la mera tradición. Más
que describir el mundo de las costumbres y rescatar la diversidad de formas
culturales sobre las cuales avanzó el proceso civilizatorio, fue tarea de los
filósofos modernos la de poner como valioso este proceso-proyecto bajo
categorías tales como: nación, pueblo, estado, espíritu, razón.
En
el pensamiento filosófico moderno, la cultura fue entendida como civilización;
resaltando activamente sus posibilidades como proceso social creador de
“estilos de vida” específicos. Prevaleció así un discurso justificador de los
cambios económicos y sociales que trajo el proyecto “modernizador” tratando de
extender esta cultura a los distintos puntos del globo. Las ideas de Kant alcanzaron
gran difusión durante el siglo XIX avanzando en dirección de un sistema
jurídico cosmopolita que contemplaba
la relación de cualquier ciudadano con
cualquier Estado del mundo. Kant planteó elementos para el tratamiento del tema
de la ciudadanía en relación con las modalidades culturales específicas de las
naciones.
En
la actualidad y ligada a un punto de vista dinámico, Mario Bunge (1985) plantea
que la cultura “…no se conserva: se cultiva y se enriquece o se pierde”. Esto
nos conduce a ver la cultura como un hecho social, y como lo sostiene De Lucas
(1995), “…como un producto de la comunicación, del intercambio y del dinamismo
del grupo, tanto en su interior, como en su relación con otros.”
Este
cambio en la manera de concebir la cultura posibilita la construcción de una
cultura plural y solidaria, que al asumir el diálogo, la interacción y el
intercambio da lugar a procesos de reflexión que van más allá de las propias
fronteras culturales.
4.1.2
Elementos de la identidad individual y colectiva
¿Qué hace que te
sientas mexicano? ¿Por qué será que te enorgullecen los triunfos de Ana
Gabriela Guevara en atletismo como si fuera tu prima o los hubieras logrado tú?
¿Eres de los que nunca ve un partido de fútbol, pero cuando juega la selección
nacional no te lo pierdes por nada? Por casualidad, ¿te sabes la letra de
alguna canción popular como “Cielito Lindo”, “México lindo y querido” o “El
rey” sin haber tratado nunca de aprenderlas conscientemente?
Esto
sucede porque al pertenecer a una misma cultura, a un mismo sistema cultural,
compartimos elementos comunes que nos dan sentido como individuos y como
miembros de esa colectividad. El ser humano es un ser gregario, lo cual
significa que tiene necesidad de vivir con los demás, en sociedad. Por mucho
que tengas deseos de aislarte, podrás hacerlo a veces, pero será una situación
difícil de mantener por largo tiempo, ya que compartir con los demás es una
necesidad vital de las personas.
Por
encima de la perspectiva desde la que se analizan los hechos de cultura, es
importante el estudio de los vínculos e
identificaciones que los hombres y los grupos humanos establecen entre los
componentes de la cultura y su propio autoconcepto como persona. Los constructor de la cultura (lo que ella
crea: sentimientos, actitudes, creencias, valores, etc.) se convierten en
filtros para la interpretación de la identidad ajena y en mediadores para la
representación de la identidad del otro, favoreciendo la aparición de
prejuicios sociales, fobias/filias, actitudes de aceptación/rechazo. Esto en
parte sirve para proteger la propia identidad y para preservar la seguridad de
la propia posición y autoconcepto, cuando nos sentimos amenazados por la
identidad del extraño que intenta ocupar, dentro de mi propio espacio de
referencia, un lugar (posición, ocupación, status).
¿No
te ha pasado, que avanzado el semestre escolar y al llegar al salón un nuevo
compañero que atrae la atención de los otros, te sientes como relegado, y hasta
sin conocer a ese joven te cae mal? ¿Y
que tal se siente ser ese joven nuevo? ¿Te imaginas llegar a un lugar donde no
conoces a nadie? Dice Mario Benedetti
que “…la soledad es la hierva del exilio” y también de los que llegan a lugares nuevos
sin conocer a nadie”.
Y
puesto que nuestras conductas muestran pautas regulares y recurrentes y somos
seres sociales y no aislados; al observar la forma como viven las
personas podremos observar que aunque hay una variedad infinita de
comportamientos, los seres humanos repetimos frecuentemente cierta clase de
acciones. Pareciera como si actuáramos de manera estandarizada. ¿Te has fijado
que en las fiestas y discos juveniles, la mayoría tiende a vestir de negro?
Ahora
bien, la existencia de una pauta (vestirse de negro) no significa identidad
completa de conducta (vas vestido de
negro, pero no bailas o no consumes alcohol); lo único que significa es que hay
elementos comunes que pueden ser abstraídos. Estos elementos son parte de las
costumbres y tradiciones de un grupo o sistema y reflejan su cultura.
¿Por
qué es importante saber cuáles son los elementos de una cultura? porque nos
permitirían identificar las pautas culturales reproducidas y reconocer si forman
parte de nuestra identidad individual y colectiva, para aprender a valorarlas y
a respetar la de otros grupos humanos.
Desde
el concepto de identidad cultural como conjunto de prácticas sociales y
materiales tanto individuales como colectivas, el término mismo de cultura es
fácilmente identificable sin más problema que el de la perspectiva desde la
cual se observa la cultura que se analiza, ya sea desde dentro o desde fuera.
Sin embargo, podemos enumerar los siguientes elementos constituyentes que, para
efecto de análisis, presentamos aislados pero que conforman un todo articulado,
que es lo que precisamente confiere la cualidad de identidad individual y
colectiva: territorio, lengua, historia, tradiciones y costumbres. Analicemos
uno por uno.
A raíz de las
invasiones y colonizaciones por parte de otras culturas, los idiomas
indígenas, en la mayoría de los países, han sido relegados y suplantados por
un idioma oficial, propio de la cultura invasora. Sin embargo, en los últimos
años, el impulso por la lucha del reconocimiento legal de los idiomas de los
pueblos indígenas es cada vez más fuerte, pero más que su reconocimiento
legal, los pueblos indígenas están conscientes de la necesidad de preservar
su idioma, como garantía cultural ya que la comunicación oral juega un papel
importante para la transmisión de todas aquellas experiencias y sabiduría
ancestral que han pasado de generación en generación. Este proceso de
transmisión oral hace que hoy día subsistan más de 40 millones de indígenas en
América Latina, lo que equivale a 10% de la población total de las regiones,
en las que sobreviven más de 500 idiomas indígenas y un sinnúmero de
conocimientos, tecnologías y saberes, producto de miles de años de
convivencia con la naturaleza.
A través de la
lengua se crea, recrea, transmite y se reafirma la identidad cultural
individual y colectiva, y se garantiza la transmisión de valores y
principios, así como las formas propias de organización jurídica y
sociopolítica.
La historia da
cuenta de todas estas manifestaciones, de sus orígenes, de sus
transformaciones, de sus fusiones, de su progreso o declinación. Registra los
acontecimientos vitales, los grandes descubrimientos, la ciencia, las
matemáticas, las habilidades y la visión cósmica.
Testimonio de
nuestra historia son: las grandes construcciones arquitectónicas mayas,
aztecas, toltecas, olmecas; los diferentes tejidos, los calendarios azteca y
maya, las piedras talladas, la pintura; las artesanías que son grandes
creaciones en las que se encuentran reflejadas la historia y el pensamiento
de los pueblos.
Desde la aparición
de los antiguos sistemas culturales hasta nuestros días, la mujer, como en
casi todos los procesos de la vida, fue la encargada de transmitir
históricamente los valores de la comunidad para garantizar la co-existencia
de la cultura.
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4.1.3
Valores que identifican a una cultura étnica, regional o nacional
DURANTE la América prehispánica, la educación
en el señorío azteca fue tal vez la mejor desarrollada (por ser la síntesis
de otras culturas) ya que a la educación del hogar, se le agregó la educación
escolarizada. Se contaba con varios establecimientos de diferente nivel de
conocimientos y distinta especialidad de oficios en cada barrio. Considerando
la cantidad de habitantes, se puede hablar de un servicio educativo
suficiente. La educación doméstica era muy cuidadosa, los adultos que
rodeaban al niño (sobre todo el padre y la madre), eran responsables de
sentar bases consistentes para la formación de hombre y mujeres que
engrandecieran la cultura mexica o azteca. Ello no sólo en el aspecto
expansionista, sino también en los rubros de cultura, conocimiento
científico, respeto y desarrollo de sus instituciones, así como el
reconocimiento de la naturaleza.
Esta
educación se conformaba con grandes dosis afectuosas, y se concedía gran
importancia a los niños. […]
En
el nivel familiar de la educación, se daba una constante comunicación entre
padres e hijos para darles consejos. Había demostraciones afectuosas y
cotidianas, tanto en las expresiones utilizadas para dirigirse a ellos (“niño
mío, piedrita preciosa, plumita de quetzal, etcétera”), había canciones de
cuna con palabras amorosas para que los niños y niñas experimentaran
seguridad, se sintieran queridos y así lograban que amaran a los suyos y se
sintieran orgullosos de pertenecer a su grupo. La transmisión de
conocimientos, valores, costumbres, etcétera, se hacía de manera muy
didáctica. A los niños se les construían juguetes; éstos consistían en aperos
de labranzas pequeños, acordes al tamaño del niño y los juguetes de las niñas
eran los utensilios de cocina y telares chiquitos, que posteriormente como
adultos tendrían que saber usar para cumplir sus obligaciones. Con disciplina
necesariamente escrita, cuyo objetivo era lograr la expansión del señorío,
para los pequeños era más cariñosa y a medida que los niños crecían se iba
tornando más rígida. A los adolescentes se les castigaba corporalmente; no
así a los pequeños. A niños y adolescentes se les inculcaba amor a la madre y
al padre, reverencia a los ancianos, misericordia a los pobres y desvalidos;
también el apego al cumplimiento del deber, alta estima de la verdad y de la
justicia, así como aversión a la materia, al libertinaje y al abuso. Se
cuidaba de que los niños no vieran actos ni pinturas torpes, no oyeran feas platicas ni palabras vulgares,
porque “lo que se ve, oye y habla en la niñez, se vuelve costumbre en el
adulto”.
La educación de los aztecas tenía bases
morales muy sólidas. El afecto y el ejemplo eran elementos fundamentales, por
lo que se lograba un aprendizaje eficaz en la transmisión de conocimientos y
valores. La educación institucionalizada era realmente integral: una
verdadera extensión de los principios familiares. No había divorcio o
contradicción entre lo que se enseñaba en la casa, “cali”, y la escuela,
“tepochcalli”, o “calmecac”.
La
filosofía descansaba en los pilares de un espíritu de lucha por la vida y por
su pueblo, de amor por sus hermanos y por la naturaleza, así como el
misticismo de una verdadera comprensión del cosmos.
En
las escuelas llamadas Tepochcalli –15 por cada callpulli o barrio-, o lo que
hoy vendría a ser la educación básica, se enseñaba el cultivo de la tierra
y educación elemental militarizada.
Con una enseñanza práctica, aprendían a labrar la tierra, labrándola. En la
educación para la guerra, con un inflexible código de honor, aprendían el
manejo de las armas, a resistir el hambre, la sed, la fatiga, el frío, la
humedad, la lluvia; a perseguir al enemigo sin ser visto y a hacer caer a
éste en emboscadas. Al mismo se les enseñaba juegos y deportes, cantos,
danzas, relatos épicos y leyendas místicas. Asimismo, se les iniciaba en
diferentes oficios.
Sólo
los que demostraban capacidad, habilidad y aptitudes suficientes, lograban
ingresar al nivel educativo superior, calmecac (casa de altos estudios),
independientemente de su sexo y origen social. En el calmecac se enseñaban
cantos, arquitectura, astrología, interpretación de los sueños, geometría, a
medir el tiempo, geografía, aritmética, herbolaria, zoología, historia,
literatura, metalurgia, el arte de tejido de plumas, a escribir y descifrar
jeroglíficos, pictográficos, ideográficos y fonéticos (escritura que se
componía de signos o caracteres, un sistema lingüístico sumamente completo y
complejo que sólo puede entenderse e interpretarse correctamente conociendo
la filosofía del pueblo azteca), y estrategias militares. Todo lo iniciado en
el tepochcalli se perfeccionaba en el calmecac. Además el calmecac tenía sus
extensiones: el cuicacalli, casa de canto y danza, y el amozcalli, biblioteca.
La
educación tenía como objetivo “cultivar el rostro”, porque el rostro refleja
la expresión de la vida interior del ser humano: un corazón noble, sabiduría,
así como fuerza de voluntad y del cuerpo en un equilibrio para ser creativo
con el corazón y con las manos.
El
financiero, agosto, 1997, p. 61.
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Los contactos entre
personas, entre culturas, son el vehículo, son el vehículo propio y el
continente de los elementos y componentes esenciales de las culturas.
El
concepto de cultura ha sido de manera privilegiada referido a los patrones de
identidad de los grupos individuales, mientras que el hecho del
interculturalismo ha sido interpretado como encuentro entre culturas; obliga a
recuperar los conceptos universales de cultura, de la universalidad de los
hechos culturales y de los valores comunes que sustentan la diversidad de
pautas culturales en el mundo.
En
América Latina sobreviven más de 30 millones de indígenas, de ahí que la
diversidad étnica en nuestros países constituya una dimensión fundamental
imposible de ignorar en las previsiones de la modernidad.
Estos
grupos étnicos “… poseen un cierto grado de articulación interna, comparten
códigos comunes y una ideología de la diferencia (un “nosotros” diferente de
“los otros”) que abarca aspectos históricos profundos capaces de justificar la
conciencia de ser una sociedad distinta…” Sus códigos e ideología son
sostenidos por una memoria colectiva y un sistema de valores que estructuran su
forma de ver el mundo que les confiere identidad.
Una
tarea muy importante en la construcción de nuestra identidad tiene que ver con
el reconocimiento de nuestra cultura étnica, regional o nacional y requiere la
identificación de los sistemas de valores que la respaldan.
(Milton
Rokeach, en su libro) La naturaleza de
los valores humanos, sostiene que el concepto de los valores es medular en
las ciencias sociales y fundamental en el estudio de la cultura, la sociedad y
la personalidad. Este autor define un sistema de valores como una organización
permanente de creencias respecto de modos preferibles de comportamiento a lo
largo de una escala que establece la importancia relativa de cada uno. Por
ejemplo: estudiar, encontrar un empleo, independizarse de la familia, casarse,
tener hijos, etcétera.
Los
sistemas de valores cumplen funciones muy importantes:
a)
Estructuran una visión del mundo y el sentido y proyectos de vida. Proporcionan unidad, sentido y finalidad. Caracterizan a una persona
o grupo social orientando sus acciones y permitiéndoles ubicarse frente a sí
mismos y los demás, a través de la comprensión del mundo dada por el acuerdo de
percepciones, creencias, ideas y cultura.
b)
Normativa. Permiten asumir una postura frente
a cualquier situación o evento social, predisponiendo a favor o en contra de
una idea. Determinan los patrones de comportamientos aceptados y esperados,
ejerciendo la función de control social mediante las normas.
c)
De solución de conflictos y toma de decisiones.
Gracias a la organización de principios y reglas de preferencia que involucra,
funciona como elemento primordial en los procesos de selección de alternativas,
solución de conflictos y toma de decisiones.
d)
De motivación. La estructura de valores
articula y está asociada a las necesidades humanas que determinan sus
motivaciones.
e)
De formación de la identidad, integración y adaptación social. Crean un marco de referencia común que permite la convivencia y la
cohesión social e implican un compromiso de comportamiento.
Para
los pueblos indígenas, la espiritualidad es energía, esencia y acción; el
espíritu está dentro de la materia, está íntimamente relacionado con el cosmos
y todos los elementos dentro de él van adquiriendo un valor sagrado, de aquí
que todos los seres que habitan en la naturaleza viven en comunidad y se
complementan en su existencia. Éste es el valor fundamental que sustenta el sentido comunitario, que se concreta en
la actitud de solidaridad entre
todos los pueblos indígenas, con ello se alimenta y fundamenta su identidad y
se fortalecen sus valores.
Por
su gran trascendencia y repercusión en los ámbitos regionales y nacionales,
revisaremos ahora los principios y valores comunes a las culturas étnicas.
- Lo comunitario, reflejado como una vida
en relación estrecha de las personas con su entorno, en una condición de
respeto e igualdad, en donde nadie es superior a otro. Se comparte en el
trabajo, las fiestas, las bodas, acompañamiento en las enfermedades y la muerte. Existe el servicio a la
comunidad en diferentes niveles hasta llegar a pertenecer al consejo de
ancianas y ancianos.
- El equilibrio, que significa velar por la
vida y permanencia de todos los seres en el espacio y en la naturaleza. La
destrucción de alguna de las especies afecta la vida de los demás seres;
el uso racional de los recursos materiales nos conducen al equilibrio y a
la rectitud de nuestra vida.
- La armonía, que es estar bien con
nosotros mismos y los demás.
- El respeto. En la concepción indígena,
nuestros mayores son merecedores del mayor respeto; actitud que se
extiende a todos los demás seres en la naturaleza.
- La dualidad o dualismo es lo femenino y
masculino en una misma deidad, como dos fuerzas energéticas en uno mismo
que permiten el equilibrio en la visión y la acción; es la integridad de
un todo que nos conduce la complementariedad.
- La cuatriedad representa la totalidad y
el equilibrio cósmico, lo completo, representado en los cuatro puntos
cardinales, la unidad y la totalidad del universo.
Hay
valores que tienen un potencial unificador y se transmiten a manera de mitos,
símbolos y convicciones políticas y religiosas, especialmente en las culturas
nacionales. A nivel regional, los valores étnicos se particularizan y matizan y
se hacen presentes en las costumbres, tono y formas de expresión verbal,
indumentaria, artesanía, expresiones artísticas y características de
personalidad. Un ejemplo de lo anterior serían los norteños y los sureños en
nuestro país o los chicanos en la Unión Americana.
Los
valores son guías de conducta que tienen un carácter simbólico y una gran carga
emocional, que obstaculizan su transformación al ritmo que la modernidad lo
requiere. No pueden imponerse, sino que se requiere promoverlos entre
individuos y grupos para que éstos los acepten. ¿Cuántas veces te han pedido
tus maestros que mantengas limpio tu salón de clases?
El
momento actual parece sumirnos en cierto desasosiego cultural ante el
desconocimiento, el rechazo o el abandono de valores que antes nos daban
identidad.
4.1.4 Identidad, autenticidad y
autonomía culturales
¿Tienes alguna
credencial que te identifique?, ¿te has fijado en los datos que contiene y el
tipo de información que proporciona?, ¿crees que lo que está en esta credencial
define lo que tú eres? ¡Claro que no! La identidad de las personas, la tuya y
la mía, la construimos nosotros mismos a través del conocimiento del mundo en
que vivimos, dependiendo de cómo vivimos nuestra vida, de lo que pensamos y
sabemos de otras personas, de si sabemos lo que piensan los otros de nosotros y
de cómo nos tratamos mutuamente. Cuando nos formamos un juicio sobre el otro,
sobre los demás, algún modo ya estamos elaborando un concepto de nosotros
mismos, y este juicio va a influir muchísimo en nuestra manera de ser, pues
normalmente nuestro comportamiento se ajustará a ese concepto. Hasta aquí hemos
hablado de la identidad personal,
pero existen otros dos tipos de identidad: la grupal y la social. Vamos a
definirla, aunque nos centraremos específicamente en la identidad social.
La
identidad personal es la que
construye el individuo de acuerdo con la manera de cómo su conducta personal
satisface las expectativas de los que le rodean (especialmente la familia),
pues ellos son su marco de referencia para conformar su modo de ser.
La
identidad grupal es la que se forma
como resultado del contacto continuo y sistemático con un grupo, como por
ejemplo, tus amigos de la prepa o tus cuates de la colonia o de algún equipo
deportivo, religioso o social al que pertenezcas. Este contacto nos involucra
con todo un sistema de símbolos concretos, relaciones y normas específicas que
se manifiestan en nuestras vidas.
La
identidad social es la que se
origina por el entrecruzamiento de identidades que se mezclan y se relacionan
en el seno de la sociedad.
¿Te
imaginas los conflictos que pueden suscitarse cuando estas identidades chocan?
Por ejemplo, lo que se considera apropiado en un grupo puede parecer de mal
gusto o extraño en otro, pero es la cultura la que determina lo que es
apropiado; de ahí que identidad y cultura son conceptos que, por razones que
veremos más ampliamente, están fuertemente ligados.
Para
comprender la cultura se requiere considerar la identidad y la diferencia: es
difícil saber de mí si no tengo conciencia de los otros; pero no puedo saber
del mundo si no lo intento desde lo que yo soy. Así, en la identidad confluyen
todos los elementos psicológicos, sociales, éticos, políticos, biológicos y
estéticos que nos constituyen.
Una
de las características esenciales de la cultura contemporánea es la tendencia a
generar sectores sociales de identificación (por ejemplo, los chavos banda, los
hippies); pero estos sectores no pueden considerarse culturas aparte o
subculturas porque la cultura es multidireccional y se desplaza en múltiples
niveles; no se le puede fragmentar para ser comprendida pues es un todo con
significación y sentido. Lo que sí se puede hacer es estudiar sus rituales y
sus instituciones ya que en ellos se refleja la organización y la estructura de
la sociedad y la naturaleza.
Los
rituales representan los credos de cada comunidad cultural; expresan sus
peculiaridades y al hacerlo confieren identidad a sus miembros; veamos un
ejemplo: la música rock expresa el modo de ser de la juventud, “…engloba
lenguaje, costumbres y concepciones, genera una retroalimentación con otras
expresiones artísticas; como comunicación, brinda forma y contenido (muy
propicios para su masificación a través de los medios de comunicación y se
vincula claramente con las transformaciones políticas, sociales, económicas y
tecnológicas de los últimos cincuenta años de la humanidad”.[3]
Pero el rock se regionaliza y se peculiariza, propiciando las diversas
manifestaciones con las que los diferentes sectores sociales se identificarán.
El rock como ritual va a generar identidad social a partir de la simbolización
de una igualdad y pertenencia comunitarias.
Otro
ejemplo podemos observarlo en los rituales de los chavos banda, que proveen a
los jóvenes elementos que constituyen su identidad (hacia adentro) y su
diferencia (hacia fuera).
Pero,
aun cuando estas manifestaciones culturales (el rock y los chavos banda) puedan
no ser reconocidas como tales, no se puede negar que otorgan identidad.
Otro factor a considerar en la
conformación de la identidad es el papel que juegan los medios masivos de
comunicación que publicitan una forma de vida cotidiana que no se
retroalimentan de la sociedad que los consume. En tanto no representan la
realidad de la comunidad social a la que se dirige, no producen cultura, sólo
postulan un modelo genérico de identidad para los consumidores, pero sin
tenerlos en cuenta. Esto genera la falta de autenticidad cultural: la identidad como de apropiación simbólica
deja de centrarse en las prácticas sociales y culturales de una comunidad de
referencia para situarse en la dimensión
del consumo. ¿Qué modelo de relaciones familiares publicitan las
telenovelas? Padre e hijo enfrentados por el amor de una mujer, madre e hija
compitiendo por un nuevo look.
La
estrecha dependencia del individuo con respecto al medio social y al hecho de
que obtenga buena parte de su identidad de los valores, normas, creencias y
prácticas de su grupo, no significa que una persona sea un mero instrumento de
su comunidad o que su identidad sea sólo reflejo de la cultura. La sociedad no
es un titiritero que nos mueve a su antojo, ni nosotros somos autómatas que
cumplimos mecánicamente sus decretos. La autonomía
cultural sostiene que sólo las sociedades que preservan su cultura pueden
movilizarse, organizarse y luchar por su reconocimiento. La cultura es también
un elemento esencial del proceso histórico y en ella reside la capacidad de
elaborar o fecundar elementos que aseguren la continuidad, el progreso o
regresión de la historia. Para que exista autonomía cultural, cada persona,
cada comunidad debe conocer y recrear la historia de su cultura, discriminar las
influencias nocivas y toda clase de sometimiento, para abrirse a otras culturas
en el reconocimiento de lo común y en la búsqueda cooperativa de valores
universales para el bien de la humanidad.